Un acto y muchas consecuencias

Un día me levanté con una extraña opresión en el estómago. Era como un presentimiento de que una tragedia estaba a punto de ocurrir. Agité la cabeza como para apartar esto de mi mente, y fui a la cocina para desayunar. La cocina era muy amplia, con una gran cristalera en la derecha y una isla un poco más a la izquierda. Entraba una luz que hacía que todo pareciese perfecto, pero, sin embargo, aquella sensación no me dejaba en paz. Se enroscaba en torno mí y cuanto más intentaba liberarme, más fuertemente se sujetaba.
Enseguida me vi agobiada dentro de casa y salí a la calle.
Andaba lentamente, observando todo a mi alrededor. Vi una pareja de jubilados dando un paseo, un hombre con su perro y unos niños jugando al fútbol en el parque, utilizando como portería unos árboles. Después, mi mirada se posó en la carretera. Había coches yendo en todas direcciones, de todas las marcas y colores. Pero había uno en particular que me llamó la atención. Era un todo-terreno e iba haciendo eses saliéndose de su carril. llevaba los cristales tintados y no pude ver quién iba al volante, pero nada más ver el coche la sensación que tuve por la mañana se acentuó aun más.
Crucé la calle y, al levantar la vista, vi como el coche giraba muy bruscamente y colisionaba con una moto. Esta se metió en la acera y se llevó a varias personas por delante. Yo me había quedado en mi sitio, con la boca abierta, sin poder reaccionar. Oía los gritos de la gente distantes, como si estuvieran muy lejos. Yo sólo podía fijarme en los cuerpos de la gente que habían estado en la trayectoria de la moto doblados en ángulos extraños.
A pesar de eso, vi como el coche que lo había provocado todo arrancaba con un chirrido y se daba a la fuga.
Nunca olvidaré cómo los actos de una sola persona pueden herir o ayudar a tantos.

http://www.bidasoaldia.com/2012/01/20/un-motorista-resulta-herido-en-un-accidente-registrado-en-la-calle-hondarribia/