CATALINA Y PELAYO
Un día, después de terminar su labor, Catalina fue al mercado, que se encuentra al lado de la puerta del Sol. Allí cambiaba los huevos de sus gallinas por leche fresca para su maestra.
Un joven que venía herido de la guerra, pasó por casualidad por el mercado donde se encontraba Catalina. Al verlo se fijó en sus heridas graves y su mala cara. Catalina no tardó en acercarse y ayudar a aquel hombre; pero mucho no consiguió, Catalina era una pobre doncella y lo único que podía hacer era rezar por él.
Le preguntó su nombre, y éste respondió con mucho sufrimiento:
-"Pelayo".
Catalina con mucha dulzura, le recomendó ir a la plaza del Zocodover; allí había un gran mercado donde podía comprar algo de comer y de beber. Se despidieron y se desearon la mayor suerte posible.Aquella noche, Catalina estuvo rezando por Pelayo.
Al día siguiente, la joven fue a la plaza del Zocodover a cambiar sus cosechas. De repente, Catalina se fija en un hombre fuerte y alto; era Pelayo. Estaba sano y salvo. La doncella se acercó hacia él, con mucha felicidad. Pelayo la explicó lo sucedido:
-"Al pasar por la Puerta del Sol, todas mis heridas y males se me curaron".
A partir de ese día, la historia de Pelayo fue conocida por todo Toledo, gracias a Catalina, y cada vez que alguien tenía males o heridas pasaba por la Puerta del Sol.
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