Hoy miércoles hacia un año que nos fuimos con el colegio a la cueva de Hércules; aunque vivíamos en Toledo, nunca habíamos ido allí con el colegio; pero hoy era muy extraño, me sentía mal, me dolía la cabeza y tenía mucho calor, pero según el Doctor Martínez, (que era famoso y valorado aquí en Toledo), no me ocurría nada, así que me volví andando a casa por que no tenía ganas de ir al colegio, además mis compañeros iban hoy a Segovia, un sitio que yo ya conocía e iba todos los meses para ver a alguien o hacer algo.
Cuando iba por la calle Azacanes , que era estrecha, oscura y tenía varias salidas, me encontré repentinamente con un señor bajito y encorvado que vestía con una capa negra que no dejaba que se le viera bien la cara, que me dijo, “¿tu eres la niña que se atrevió ha decir dentro de la cueva de Hércules, que la leyenda de Hércules no es cierta y que tampoco existió Hércules?”, conteste “si, soy yo”, el señor contesto, “pues yo soy el encargado de que nadie se ría o critique mal la cueva de Hércules o al propio Hércules. A los que lo hacen, les tengo que cargar con una maldición, que como hoy estoy alegre te dejare elegir entre ¿morir lentamente y dolorosamente (como la mayoría de las personas) o vivir para siempre con las culpas y que nadie te reconozca?”, le respondí, “pero no podrías perdonarme, si apenas sabía lo que decía”, finalmente me dijo “vale te concedo una semana, tendrás que ir con compañía dentro de la cueva, pero no podréis salir hasta que consigas el tesoro de Hércules, por lo que tendrás que pasar unas pruebas” y desapareció al instante. Cuando desapareció, apareció delante de mis pies una daga. Entonces seguí andando, ya me sentía bien.
Por la tarde fui a casa de Álvaro con el que había quedado, y algunos amigos más, les conté lo que me había pasado y dijeron que vendrían conmigo a ayudarme.
El viernes quedamos delante de la puerta de la cueva de Hércules, y todos nos llevamos sacos, agua, bebida,… una vez allí, conseguimos colarnos en la cueva, y nos pusimos a andar hasta llegar a una puerta, que nunca habíamos visto allí, que ponía “pasaran todos menos una persona, que se quedara atrapado aquí hasta que consigáis el tesoro”, en esta prueba se quedó Juan un niño que quería ayudarme, pero que era muy miedica. Entonces después de pasar la puerta y caminar un rato, llegamos hasta un tablero de ajedrez, donde nosotros éramos las fichas y si nos mataban en el juego, caíamos a un hueco y no saldríamos hasta que alguien consiguiera el tesoro. En esta prueba perdieron y se cayeron, la mayoría menos yo y Álvaro. Dos horas después, paramos Álvaro y yo a descansar, beber y comer, cuando de repente apareció un monstruo que fue a matar a Álvaro. Yo que tenía la daga, se la clave al monstruo en el costado. Mientras se lo clavaba me araño, y me hizo una herida profunda, pero conseguí matar al monstruo. Nada más ser asesinado, apareció el tesoro y todos los que habían sido prisioneros en alguna prueba. Pocos minutos después, morí a causa del arañazo, pero estaba alegre por haber encontrado el tesoro, y también haber liberado a mis amigos y salvado a Álvaro del monstruo.
De repente volvió a aparecer el señor y me dijo que por haber salvado la vida de Álvaro, sin tener en cuenta lo que me pasara y encontrar el tesoro, me devolvía la vida.
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