Leyenda toledana
Cuentan que cuentan que había,
una cueva bien tapiada.
Con losas de dura roca,
y con cemento reforzadas.
Se narraban habladurías,
de lo que esta guardaba.
Un tesoro en una caja,
de alguna que otra alcazaba.
O tal vez sería,
una princesa encerrada.
Como siempre a la espera,
de que alguien la rescatara.
Nadie se esperaría,
bajo la calle Gaitanas.
Al dios Hércules que aguarda,
su liberación anhelada.
Por eso se la llamaría,
la cueva del dios que se menciona.
Y se prohibió la entrada,
para evitar su llegada.
Escuchose esta leyenda en la mezquita de las Tornerías, y, entre los oradores, se encontraba Abdel, un chico muy curioso para su edad, pero tan ingenuo como uno de diez años. Nada más acabar de rezar, se fue corriendo a la cueva. rascó el cemento y quitó las piedras una a una. Al acabar la tarea, se asomó para ver que había ahí, pero antes de poder ver nada, le deslumbró una luz cegadora.
Hércules consiguió apoderarse de su cuerpo, y se vengó en los descendientes de los que le encerraron en la cueva. Aún se encuentra entre nosotros, y puede ir a por ti; si te encuentra, estás perdido, la única forma de salvarse es venderte a él, vender tu corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario