Se desnudaba en medio del parque,
viejo y desolado en el frío de la madrugada,
solo y aislado, tal vez.
Las llamas le carcomían la cabeza,
le invadieron su alma
en un ciclo atrapado sin salida.
Cada sentimiento era una alegría
y una estaca en el pecho...
La calidad de vuestros poemas surrealistas es asombrosa, la verdad. No recuerdo haber leído antes tantas buenas propuestas. Seguid así.
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