Guárdate los pensamientos o grítaselos al viento...

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viernes, 14 de diciembre de 2012

EL CHICO PERFECTO


Juan era el hijo perfecto. Pero, ¿por qué era perfecto? No me lo preguntéis a mí, aunque por haberle visto tantas veces lo intuyo.
Su forma de moverse, de trabajar, de pasar el tiempo libre… él era diferente.
Un día llamé a su casa para ver si Juan podía venir a la mía. Pudo, pero cuando llegó no hicimos nada interesante.
Él me ordenó la habitación y me la dejó como si nunca hubiera estado sucia.
A continuación estuvimos haciendo los deberes, aunque Juan terminó quince minutos antes y me ayudó.
Luego le pregunté si quería merendar, pero él me dijo:
-¿Puedo mirar lo que hay en la cocina?-
-Claro- le dije yo.
Me quedé arriba y me subió a la media hora un bizcocho de chocolate que me había preparado.
Ahora diréis; ¿tenía otros amigos aparte de mí?
No, y os diré por qué. Juan era diferente, y a ellos no les gusta lo diferente. Pero a mí sí y por eso soy su amiga.
Veréis, la madre de Juan le cuidaba sola, debido a que su padre murió en un accidente. Pero su madre cayó enferma, y Juan se había tenido que independizar antes de lo normal. Por eso era raro.
Él soñaba desde pequeño con ser arquitecto y construir el edificio más importante del mundo.
¿Y qué creéis que pasó?
 Pues que a los treinta años, aunque seguía siendo un don perfecto, consiguió su sueño, o al menos la mitad. Consiguió ser arquitecto.
Os preguntaréis cómo sé yo todo esto. Pues veréis, yo estaba enamorada de Juan y sigo estándolo, aunque él parece que no lo sabe.
Me alegraba mucho por Juan, porque había conseguido hacer realidad su sueño. Por eso decidí ir a su casa a felicitarle por el trabajo.
Me encontré la casa hecha un desastre, cosa muy rara en Juan. Le busqué por todas partes hasta que, al final, le hallé detrás del sofá, hecho una bolita, revolviendo unos papeles nerviosamente.
Yo, obviamente, le pregunté qué pasaba, y él, al mirarme con aquellos ojos verdes que me habían dejado prendada, me dijo que me quería y que no podía seguir con el trabajo.
Le pregunté por qué y Juan me contestó:
-Cuando murió mi padre apareció mi obsesión por la perfección, ¿no? ¡Pues ya no está!-
Y en un susurro añadió:
-Otra obsesión me atormenta-

4 comentarios:

  1. Me encanta pamesami, la intriga del final te deja con verdadera curiosidad, tendra continuacion?

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  2. no lo se no me lo he planteado... quiza y gracias!!!!

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  3. oooooo es precioso y me ha llegado la historia hasta el fondo de mi corazón.
    La verdad es que ese final es muy bonito, además de que no es lo típico, yo no hubiera pensado nunca ese final y la historia es muy original.
    Me encanta, me enamora, me conmueve,... tu forma de escribir.

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  4. muchisimas gracias!!!!

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