Radis
no se acordaba de su nacimiento, pero sí sabía quién era y de dónde venía.
Venía del reino de Nortian y era el hijo de una familia de campesinos. O eso
creía él.
Desde
pequeño sabía orientarse en el bosque y sabía todas las técnicas de cultivo. Era
un muchacho muy feliz, hasta que, un día, vino la desgracia.
Radis
estaba en su cabaña cuando sus padres entraron. Tenían que contarle algo, algo
que dejó a Radis estupefacto: ellos le habían rescatado de un incendio cuando
era un bebé y sus padres eran…, no se atrevían a decírselo, pero a Radis no le
importaba. Para él ellos siempre serían sus padres.
Por la noche intentó
recordar, aunque en vano.
Al
día siguiente Radis salió al campo a recoger la cosecha, cuando oyó al
pregonero real anunciar algo sobre peligro. ¡Peligro! Esa palabra no le gustaba
nada.
Se
acercó hacia donde estaba el pregonero y entonces lo escuchó. Decía que los
pueblos del Sur se habían unido contra Nortian y que un hombre de cada familia
saldría a la guerra, aunque debían presentarse antes en el palacio real.
Ahí
fue cuando Radis decidió que iría. Fue un impulso algo extraño y no sabía cómo
decírselo a sus padrastros, pero eso lo pensó demasiado tarde. Al día siguiente
se encontró caminando hacia el palacio real con toda seguridad.
La
semana siguiente partirían a la guerra. Ya no le importaba lo que podía pasar,
solo quería ayudar a salvar el lugar donde vivía.
Lo
curioso fue que, al irse, conoció a un joven soldado llamado Daniv, y se
hicieron muy amigos.
Un
día, Radis y Daniv estaban de guardia, pues aquel día les tocaba a ellos, y
Daniv habló con Radis. Le dijo que había estado guardando un secreto y que a él
se lo iba a desvelar: él era una mujer. Se
había hecho pasar por un hombre porque no quería que su enfermo padre
fuera a la guerra.
Radis
se quedó mudo de asombro y luego, para la sorpresa de la chica, se rió. Se rió
como nunca y Daniv se unió a él. Pero al oír los pasos del enemigo dejaron de
reír y dieron la alarma.
Y cuál fue su sorpresa al ver que a sus numerosos
enemigos les acompañaba un troll enorme y terrorífico.
El troll cogió a Daniv y justo cuando la iba a
matar, Radis le clavó la espada en la pantorrilla. El troll lanzó un grito de
dolor y lanzando a Daniv por los aires, miró hacia donde estaba Radis. Este le volvió
a clavar la espada, pero esta vez en el estómago.
El troll, vencido cayó al
suelo y, para asegurarse de que estaba muerto, le hirió en el corazón.
Los
malvados, al ver que su arma secreta había sido vencida, huyeron despavoridos.
¡Nortian había ganado!
Daniv
le dio las gracias a Radis por salvarla y Radis, con mucha vergüenza, le pidió
a Daniv que se quedará con él hasta el final de sus días.
Y
Daniv aceptó.
Y quienes eran sus padres???
ResponderEliminarMuy bonito, es verdad ¿Quienes eran?. Me encanta, sobre todo que has cogido una parte de la película de Mulán, y eso le da un punto fantasioso.
ResponderEliminarmuy bien redactado, dejando el misterio. yo me imagino que serian unos reyes o algo por el estilo. no se, cada uno que se imagine lo que quiera
ResponderEliminarMuy apropiado relato de fantasía ahora que está a punto de estrenarse la película "El hobbit", novela de Tolkien que, por cierto, os recomiendo. Me parece una propuesta original, aunque quizá mejoraría el tono del relato del troll y cambiaría un poco el final, porque es demasiado súbito y poco verosímil que se gane la guerra así de rápido... Un final más abierto quizá, aunque puede encajar que sea romántico, claro. ¡Bien!
ResponderEliminarMe a parecido que es precioso, y esa mezcla de Mulán, con otra cosa queda de maravilla.
ResponderEliminarPero el final es un poco corto y tambien un poco típico, además te llebas enrollando en casi todo el texto, para que al final lo hagas breve, queda un poco mal.
Pero me parece muy bonito.
Sigue escribiendo de esta manera y con ese arte que lo haces de maravilla.