Una extraña relación·3

-¿Me enseñas tu habitación?

Estaba yo en mi mundo cuando él me interrumpió-
-¡Sí! ven sigueme!
Le cogí de la mano y lo lleve a mi habitación.

Capitulo 3

La niña me agarró de la mano y tiró de mí para que la siguiera. Sus diminutas manos eran cálidas al contrario que las mías, que siempre estaban como poco, congeladas. Casi se diría que me arrastró por el estrecho pasillo en el cual había muchas puertas en ambos laterales. Entramos en la ultima habitación. De acuerdo, era de esperar de una niña su cuarto rosa con todos los tonos de rosa por todas partes, y éste, no era diferente. No había muchos muebles, solo una cama y un escritorio color chicle donde habían cuadernillos con con algunas sumas de una sola cifra. Sus cortinas eran larguísimas y de muchísimos colores, pero no eran rosas. Supongo que en un principio fueron completamente blancas, pero ahora estaban pintadas. Y me refiero a pintadas por ella. Habían tres monigotes un poco abstractos y de cada uno de ellos salía una flecha y en el extremo de ésta, la enana había escrito lo mejor que había podido el nombre de su familia. El monigote alto de pelo largo debía de ser su madre, Carmen. El único monigote con cabello corto debía ser su padre, Esteban. y luego la de en medio, con ver la sonrisa que le habían dibujado cualquiera sabría de que era la propietaria de esas cortinas.

-Que dibujo más... alegre -fue la palabra que mejor describía a aquella obra de arte junior.

-¡Gracias! Aquí están pintados a las personas que más quiero en el mundo entero. y en la otra cortina mis amigos del cole -señaló la otra cortina donde habían otros monigotes de menor tamaño-Mira, están Lucía, Alberto, Moni...

-Jaime, ¿a que colegio vas a ir ahora que te has mudado?

-Creo que al Salado Corazón.

-Es Sagrado Corazón, ¡y ahí voy yo!

Que contenta estaba. Entre nosotros, a los pequeños siempre nos a gustado tener en el cole a amigos mayores, y más si los conocemos de fuera.

-Tu mami tiene un pelo muy bonito, cuando sea mayor, quiero tenerlo como ella.

En ese momento Jaime cogió y me enpujó. Me senté en el suelo y apunto de llorar haciendome la machota le dije:

-¿Por que has hecho eso?

-Susana no es mi madre, y la próxima vez que menciones algo sobre mi madre, lamentaras haberlo dicho -Por poco la vuelvo a pegar pero es que verla llorando en el suelo sobre la herida que le había hecho hizo que tuviera algo de compasión, cosa no muy común.

Jaime y yo comimos en un extremo de la mesa y los adultos en otro. Ellos parecían llevarse muy bien, porque estuvieron hablando y riendo durante toda la comida. Al contrario, nosotros dos no dijimos una sola palabra. Al terminar de comer recogí la mesa con los mayores. Jaime me empezaba a parecer un maleducado. Estaba sentado mirando como todos los demás recogíamos sus platos. Una o dos veces vi como su padre le miraba muy enfadado con miradas desbocadas.

-Jaime, ayúdame a quitar la mesa por favor.

Me miro de mala gana y haciendo girar sus ojos con aire desinteresado se levanto de la mesa.

  

                                                                                                                  CONTINUARA

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Si os gusta decírmelo y si os apetece decirme sugerencias para poner en el siguiente capitulo!!

Se que esta entrada es muy corta y no tiene mucha chicha pero esque estaba un poco en blanco. Bueno, espero que os guste.