-Quédate- dice él
-No puedo- dice ella
-¿por qué?-
-No es mi sitio- responde ella, pero él no se da por vencido
-¿por qué?-
-No pertenezco aquí-
-Quédate, yo te protegeré de todo- ella se ríe
-¿Puedes protegerme de mis propias actos?-pregunta ella
En aquel momento, ella se levanta y comienza a alejarse, él la para y le da la vuelta
-Por favor- le suplica
-Adiós, te echaré de menos- dice ella, acto seguido desaparece en la niebla, seguramente mezclándose entre la multitud, pero él sabe, y lo sabe muy bien, que ella no forma parte de aquella multitud, y, que a pesar de sus deseos, ella debe marcharse, pero cuenta con la débil esperanza de volverla a ver, tal vez, en otro lugar, en otro momento, en otra vida.
Un diálogo que parece sacado de una película. Lo que más me interesa, no obstante, es ese final en el que mezclas el diálogo con la reflexión del narrador, aunque falle la puntuación un poco. Me gusta "que ella no forma parte de aquella multitud". Muy bien, Alice...
ResponderEliminarA mí has conseguido transmitirme la atmósfera de la despedida perfectamente. He "visualizado" sin problemas ese lugar.
ResponderEliminarme gusta. si, sacodearena, no hay problema en "visualizar", como tu dices, el lugar
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