Guárdate los pensamientos o grítaselos al viento...

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martes, 26 de febrero de 2013

EVOL Y YO



Estábamos discutiendo por enésima vez si podíamos tener un perro, mi hermana mayor estaba del bando de  los malos junto a mi madre. Por el contrario, mi padre y yo éramos los buenos; y las víctimas del asco que les tenía a los perros mi hermana Sara y las pocas ganas de mi madre de cuidar a otro ser vivo, ya que decía que con papá, Sara y conmigo tenía suficiente.

Habíamos vuelto a perder otra discusión, yo tenía envidia de todos mis amigos,  ya que por lo menos tenían un pez o algo con lo que chulearse delante de mí.  Estaba cansada de tanta injusticia así que decidí que era hora de dejar las cosas claras, y así se lo expuse a mi madre:
-Mamá, no quería llegar a esto; pero sino hay perro me voy de casa.- cuando se lo dije mi madre se limitó a mirarme con ojos graciosos, soltar una carcajada y sacudir la cabeza diciendo “de verdad estos niños, que ocurrencias…”

Pues mi madre estaba muy equivocada, por lo que rápidamente me fui a mi habitación, cogí una mochila y metí en ella un paquete de patatas fritas, dos botellas de coca-cola, tres paquetes de chuches y un paquete de chocolatinas. Después me dirigí a mi escritorio y rápidamente escribí una nota que decía:

Querida mamá:
Como ya te dije que tomaría medidas drásticas y me ignoraste he cortado por lo sano.
Me voy. Dale recuerdos a papá y a la insoportable de Sara.
Adiós, no me busquéis, ya que no me encontraréis.
Guio.

Después de escribir la nota la pasé por debajo de la puerta de la habitación de mis padres, cogí mi mochila y me la puse a la espalda, y por último cogí mi osito de peluche . Pasé por el recibidor de mi casa antes de salir y vi el bolso de mi madre, me acerqué lentamente y cogí cincuenta euros. Los metí en el bolsillo trasero de mi pantalón y salí de casa.

Me quedé ahí parada un buen rato pensando qué iba a hacer. Por el momento decidí ir a la caseta del perro de Tomás, mi mejor amigo, que solo vivía a dos calles de la mía.

Aquella noche dormí con Rufus, el perro de Tomás. Pero me tuve que despertar muy pronto para que la madre de Tomás no me viera y se lo dijera a la mía. Salí de casa de Tomás y me dirigí a la parada de autobús justo cuando paraba uno en la parada de enfrente de mi casa, así que corrí los metros que faltaban para llegar a la parada. A pesar de que no sabía hacia dónde se dirigía pronto empecé a reconocer el paisaje que nos rodeaba. Nos dirigíamos a la ciudad.
Empecé a pensaren todo lo que podía hacer y decidí que lo primero era lo primero. Iría a desayunar unos churros en celebración por el resultado de mi huída.


Después de llenar mi estómago decidí que era hora de ir a hacer una visita a los grandes almacenes. Fui a los que mi madre siempre decía que eran los más grandes. Había de todo, pero lo que me llamó la atención fueron todos los juguetes que había. Corrí hacia aquella sección y me maravillé. Estuve recorriendo aquella sección durante un par de horas cuando creí que mis ojos tenían visiones. Después de terminar allí me dirigí al supermercado que había.

 Cuando llegué lo primero que mi vista de felino divisó fueron los carritos de la compra.Me subí en uno y empecé a darle con el pie derecho para coger velocidad. El caso es que no salió muy bien como yo pensaba, ya que casi atropello a un pobre señor, después de hacer una súper-maniobra me choqué contra una montaña de  cajas de cereales, y contra una estantería que estuvo a puntito de caerse. Acto seguido de estos pequeños acontecimientos me echaron del supermercado, así que me quedé un rato ahí quieta pensando en qué hacer.

Asique decidí irme a comer.

Después de comer mi bolsa de patatas y unas cuantas chocolatinas me senté a la sombra de un árbol en un parque cercano a los grandes almacenes. Saqué a mi pobre osito de la mochila. No quería arriesgarme a perderlo. Estuve allí sentada, sin hacer nada hasta las cuatro.

Empecé a caminar sin saber muy bien qué hacer. Decidí ir al refugio de animales. Cuando llegué me sorprendí muchísimo, ¡había demasiado perros abandonados! Me acerqué al área donde los perros estaban haciendo sus cosas: dormir, jugar, comer… me metí en el recinto y cerré la puerta. Empecé a caminar. No había ninguno que me llamara la atención hasta que pase cerca de un rincón, ahí estaba mi perro, fue como un “flechazo”, me había “enamorado” de ese perro. Salí de la zona vallada y me acerqué al cuidador. El sacó al perro, le entregué todo el dinero que tenía y nos fuimos.

Nos dirigimos al parque y nos pusimos a jugar con una pelota que  Evol había encontrado de camino. En uno de los miles de lanzamientos que hicimos la pelota se fue y  Evol y ella, y no sé como pero acabamos en la playa de perros de la ciudad. Así que me parece que por telepatía nos pusimos de acuerdo ambos y corrimos hacia al agua sin pensárnoslo. Estuvimos allí un buen rato cuando una voz demasiado conocida para mí me dijo: - ¿¡Guio, que haces ahí!?- era la voz de mi madre, y parecía muy enfadada, yo tenía mucho  miedo… lentamente salí del agua y Evol me siguió.


Mamá me llevó a casa junto a Evol.

Una vez en casa me preguntaron que dónde había ido, yo les conté todo lo que había hecho desde que decidí ; cada vez que les contaba algo me miraban con cara de asombro. Pero cuando llegó el momento de explicarles que había adoptado a Evol porque me había “enamorado” de él no fue tan fácil como pensé.
Cuando me callé dando a entender que había terminado de hablar me miraron fijamente (sobre todo papá y mamá) sin decir una sola palabra.  Me dijo que nos quedábamos con Evol pero que tenía que cuidarlo yo solita, a lo que acepté felizmente y cuando yo estaba casi bailando de alegría mi madre añadió: PERO. Ante esa palabra yo me calmé rapidísimo, sabía que eso no era nada bueno…

Esperé a que acabara la frase: -estas castigada por un mes sin ir a visitar a Tomás y no puedes ver la televisión por tiempo indefinido.- al final no había sido tan malo y además tenía un perro maravilloso.




3 comentarios:

  1. Me gusta la ternura que destila tu relato pero en cambio hay otras cosas que me gustan menos. En primer lugar, la estructura y el lenguaje son muy convencionales. En segundo lugar, no veo el trabajo necesario sobre la intensidad del relato, de lo que tantas veces hemos hablado... Esa intensidad es la que el texto necesita para enganchar al lector y en esto falla tu cuento...

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    1. La verdad es que la historia original no era así, la escribí hace un tiempo y como quería hacerla más corta para subirla toda de una; creo que ha sido ahí cuando se ha ido lo interesante y la intensidad. Y sobre el vocabularia, es cierto.

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  2. luis tiene razón pero igualmente hay cosas bastante originales que me han gustado. lo unico malo lo de el vocabulario... por lo demás muy bien

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