Aún teniendo muchas distracciones muy gratas allí donde veraneaba, él no dejó de pensar en ella un segundo. De vez en cuando él le enviaba algún mensaje de texto aunque ella nunca respondía.
Así pasó él las vacaciones. Soñándola cada noche a su lado. No faltaba mucho para que ella pasase a ser su obsesión.
Al regresar de nuevo a los estudios, ambos habían madurado lo mínimo que se puede madurar en tres meses. Pero por poco que fuera. estaban algo cambiados.
A ella los demás compañeros no la prestaban demasiada atención, si no era para burlarse.
Él, simplemente tenía vergüenza y un ego muy fragil. Y temía que si disfrutaba estando a su lado, los demás le tratasen de inferior al igual que hacían con ella.
Así pasaron durante todo el año. Manteniendo conversaciones simples y aburridas, hasta que un día en el que él tenía su autoestima alta y mucha confianza, decidió actuar.
Tras el patio de la mañana, entraron en clase de lengua y muy decidido (eso sí; antes de que entraran sus demás compañeros) se acercó hacia la mesa de ella y cuando a ella le pareció que iba a gritar algo extremadamente importante a medio pulmón, lo único que salió de su boca fue un "Te quiero" más callado que un muerto el día de su funeral. Rapidamente empezó a explicarse, antes de que ella pensase que era una broma. "Te llevo soñando mucho tiempo, [...] quisiera no separarme nunca de ti [...] y solo decirte que me encantas, y que creo que mi amor hacia tí podría durar para siempre..." Hata le recitó un poema.
Que alivió sintió él al haberle dicho a la cara esas palabras que habían supuesto el mismo sueño noche tras noche. Ahora, ella lo sabría y serían felices y comer...
Tras unos instantes de imaginar un fantástico futuro juntos, ella interrumpió los pensamientos de él de la forma más brusca posible. Peor que despertar un domingo a las seis de la mañana.
Ella le dejó bien claro que en su relación no iba a haber más que lo que hubo en el pasado. Que se quedase, si él quería, con los recuerdos de las tardes que estuvieron juntos. Que a su parecer, él se había ocupado de lo que él mismo sentía y no de lo que ella deseaba. Él había esperado a cuando le viniera bien para declararse y no había pensado en el tiempo que ella a esperaba a que se le declarasen. A él le había importado más la opinión de gente a la que solo aveces les nombra como "amigos" en vez de pasar más tiempo junto a ella. Pero cuando se aburría, sí pensaba en ella, solo que como un dulce o un capricho que lo engulles de un bocado sin tener ni si quiera hambre.
Eso no es amor. Es hamor, con "h" de hormona.
Éste día, él aprendió algo nuevo. Aprendió la palabra correcta de lo que la gente confunde con el amor.
Él, simplemente tenía vergüenza y un ego muy fragil. Y temía que si disfrutaba estando a su lado, los demás le tratasen de inferior al igual que hacían con ella.
Así pasaron durante todo el año. Manteniendo conversaciones simples y aburridas, hasta que un día en el que él tenía su autoestima alta y mucha confianza, decidió actuar.
Tras el patio de la mañana, entraron en clase de lengua y muy decidido (eso sí; antes de que entraran sus demás compañeros) se acercó hacia la mesa de ella y cuando a ella le pareció que iba a gritar algo extremadamente importante a medio pulmón, lo único que salió de su boca fue un "Te quiero" más callado que un muerto el día de su funeral. Rapidamente empezó a explicarse, antes de que ella pensase que era una broma. "Te llevo soñando mucho tiempo, [...] quisiera no separarme nunca de ti [...] y solo decirte que me encantas, y que creo que mi amor hacia tí podría durar para siempre..." Hata le recitó un poema.
Que alivió sintió él al haberle dicho a la cara esas palabras que habían supuesto el mismo sueño noche tras noche. Ahora, ella lo sabría y serían felices y comer...
Tras unos instantes de imaginar un fantástico futuro juntos, ella interrumpió los pensamientos de él de la forma más brusca posible. Peor que despertar un domingo a las seis de la mañana.
Ella le dejó bien claro que en su relación no iba a haber más que lo que hubo en el pasado. Que se quedase, si él quería, con los recuerdos de las tardes que estuvieron juntos. Que a su parecer, él se había ocupado de lo que él mismo sentía y no de lo que ella deseaba. Él había esperado a cuando le viniera bien para declararse y no había pensado en el tiempo que ella a esperaba a que se le declarasen. A él le había importado más la opinión de gente a la que solo aveces les nombra como "amigos" en vez de pasar más tiempo junto a ella. Pero cuando se aburría, sí pensaba en ella, solo que como un dulce o un capricho que lo engulles de un bocado sin tener ni si quiera hambre.
Eso no es amor. Es hamor, con "h" de hormona.
Éste día, él aprendió algo nuevo. Aprendió la palabra correcta de lo que la gente confunde con el amor.
me encanta sombrerero, creo que tienes mucha razon aunque... esta historia me suena de algo... jaajaj
ResponderEliminarSí, está muy bien. Me ha gustado, sobre todo porque no tiene un final de esos felices, si no que se parece más a la realidad.
ResponderEliminaresta muy bien, me gusta, ¿a pasado de verdad, o t lo as inventado tú?
ResponderEliminarademas es verdad lo que dice plunker(4u), yo opino lo mismo, y para q volvertelo a decir
estoy de acuedro con eruiz y está muy bien escrita, salvo alguna que otra falta de ortografia... pero me encanta, de verdad
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